lunes, 5 de julio de 2010

#5 De El Aaiún de nuevo hacia el Norte de Marruecos


El Aaiún es una ciudad en medio del desierto, tras la ocupación de la Marcha Verde muchos Marroquíes vivien aquí y se ve que la ciudad creció mucho en las últimas décadas. Por las calles se nota mucho la presencia militar y de la ONU. Nos dijeron que no hay otra ciudad en Marruecos con más policia y de hecho habia grandes partes de la ciudad donde se encontraba un policía en cada esquina, a vecez dos o tres. La entrada y salida de la ciudad también estaba siempre ocupado de policias aunque lo más amables y divertidos que hemos visto en el mundo!
En una ocasión estábamos sacando fotos desde la azotea de una casa en medio de la ciudad, tan sólo 5min, saludamos a un señor por la calle que miraba hacia nuestra ventana y le saludamos, y ni 3 minutos pasaron y teníamos un policía civil en la casa controlando nuestros pasaportes. Luego nos hizo un interrogatorio y aunque que nos dijo que está prohibido viajar en Marrueco sin dinero nos ofreció cigarrillos al final de una larga discusión acerca del hecho de sacar fotos en esta
ciudad y de nuestro viaje. Nos dejó su numero de teléfono en caso de que tuviéramos
problemas y se fue. Estar rodeado del desierto, de dunas bajo un sol más fuerte que nunca en nuestro viaje nos hizo sentir el Sáhara y su pueblo, porque también nos encontramos con el pueblo Saharawi. Su hospitalidad y amabilidad son extraordinarias y nos dieron muchas ganas de descubrir el desierto un día con tiempo.
El puerto que se queda a 23km fuera de la ciudad; pasamos grandes dunas en el camino hacia el mar, hacia el punto donde Las Islas Canarias sólo se encuentran a una distancia de 200km. No teníamos suerte; barcos privados no había y los únicos barcos que se iban del puerto hacia Canarias estaban llenos de arena del desierto e intentamos hablar con todo el mundo, encargados, empresas etc. pero resulta que no lo suelen de hacer y sin dinero aun menos. Sin embargo nos encantó la onda de la gente, la naturaleza y todo la historia de un país, de un pueblo que no tiene estado, pero un alma fuerte y lleno de humanidad!
Con los corazones llenos y felices empezamos de nuevo la subida hacia Agadir, en el camino pasamos por Tarfaya, una pequeña ciudad al norte del Ayún, pero allí tampoco había barcos y continuamos el camino, volvimos atrás en nuestros pasos.
Era casi mediodía cuando empezamos a sentir que el sol aquí en el desierto tiene otra intensidad, buscabamos sombra, pero casi no existía, esperábamos por aire fresco, pero las pocas hojas que existian y nuestro pelo no se movían, intentábabmos hacer autostop, pero nadie se paraba.
No había duda, estábamos en pleno desierto y el agua que nos quedaba disminuía rápido, al final sólo quedaba apenas unas gotas y la botella se transformo en un vació como la calle ardiente. Nuestros movimientos se reducían a un mínimo y sólo el acto de levantarse del suelo para subir el dedo hacia el cielo nos costó mucha energía, pero valió la pena, porque después de algunas horas se paró un ángel que nos llevó a la siguiente ciudad, que alegría sentimos!
Los últimos 350km los recorrimos rápido con un alma que se paraba a las 11 de la noche para los tres locos perdidos, llevándonos directamente a su casa en Agadir mismo.
La secunda llegada a esta ciudad clave para atravesar el mar fue de nuevo con energía y ganas de encontrar alguien en el puerto. Esperamos y hablamos con todo la gente posible de los barcos, de la oficina del puerto deportivo y los demás que andaban por ahí.
Después de una rica y fresca noche afuera, debajo de las estrellas en una montana, nos cargamos de energía y ganas de irnos y seguir con nuestro viaje de humanidad. Llegamos al puerto y
nuestro destino venía caminando hacia nosotros, se llamaba Robin y lo primero que dijo era: "Ustedes son los tres que quieren irse a las Islas Canarias? Yo les llevo!" Sonaba como miel para nuestra alma y no sólo encontramos un pasaje sino también un amigo con quien nos iríamos directamente al otro lado del charco! Robin de Mers se llama su velero, una pequeña un velero de 10m, pero nuestro capitán de 31 anos tenía mucha experiencia y además en compania de su amor, su mujer, y todos nos sentíamos desde el inicio muy conectados! Lo bueno era que se querían ir en unos 10-15 días y eso significaba tiempo de vacaciones, sin tener que andar buscando nada, libertad y tiempo para todo y todos, el primer regalo del capitán.
Nos urgió salir de Agadir y así nos fuimos hacia Essouira una pequeña ciudad con una maravillosa medina, paz y muy buenas vibras. Antes de llegar dormimos dos días en un valle muy bello y conocimos a gente maravillosa e inspirativa. En el valle filtramos por primera vez el agua del río, comimos y vivimos con dos jóvenes que cuidaban el equipo de una empresa. Un fuego natural, nuestras lamparas de energía de sol y un cielo magnifico lleno de estrellas nos regalaron luz y alegría durante las noches. Los últimos días en Marruecos empezaron y con facilidad nos recogió un coche hacia la ultima ciudad que ibamos a conocer en África en este viaje. Un señor de unos 75 años que sólo nos hizo esperar 3min. en la calle, nos llevó directamente a Essouira. Tranquilidad y paz nos transmitió esta ciudad costera y encontramos gente maravillosa de varios países Europeos y de diferentes lugares de Marruecos para celebrar el arte de los malabares, del fuego y muchas otras cosas artísticas. El ambiente nos estimuló mucho y nos sentíamos como en una
cascada de armonía, amor, pasión en colores del arco iris! Lo que muchos Marroquíes nos dijeron,
eso de que somos todos hermanos y hermanas, que todos somos iguales, lo sentimos en esos días. Había espectáculos en las calles, plazas y en la playa, por la noche y por el día, siempre acompañado de un flujo de energía que se transmitió a través de alegría, sonrisas, conversaciones interesantes, música y arte. La ciudad también es la capital de la música "Gnauer" y se sentía en todos lados, gente tocando el tambor, cantando y llenando cualquier lugar con el sonido que viene del corazón!
Finalmente encontramos mujeres marroquíes que hablaron con nosotros, que nos preguntaron y contaron su punto de vista de una sociedad que parece machista y muy dominado de los
hombres. El velo, que la mayoría de las mujeres en Marruecos lleva, no es algo del Coran, pero algo de la cultura de los países Árabes. El hecho que las mujeres y hombres viven su vida cotidiana separados, por lo menos en los lugares públicos, no significa que la mujer es inferior al hombre y de hecho nos contaron mujeres que el poder de ellas es en casa y que ahí manda la mujer.

Después de días llenos de vida y alegría en Essouira nos marchamos hacia Agadir y como muchos marroquíes nos hablaron de que puedes tocar cualquier puerta en los pueblos y la gente te ofrece dormir, comer y compartir momentos juntos lo queríamos intentar! Cuando llegó la noche y ya no había muchos coches en el camino decidimos probarlo y tocamos a una de los pocas casas con luz dentro. Nos abrió un señor y como no podría ser de otra manera nos invitó a entrar y con mucho gusto compartió su humilde casa con nosotros. Nos preparó comida y té con el fuego en el suelo, hablamos, sonreímos, y aprendimos mucho.

El proximo articulo del viaje:
#6 Los últimos días en Marruecos

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